Ahora relataremos algo acerca de la enseñanza del Señor que encontramos en esta Epístola Tercera de Juan. Una carta de intimidad, en donde Juan se da una designación menos autoritativa que la de Apóstol, lo mismo que Pedro.
Al dirigirse el Apóstol al “muy amado Gayo”, manifiesta el objeto de su deseo después de la salud espiritual y le dice: yo sé que estás prosperando en lo que toca a tu alma. Deseo para ti asimismo la prosperidad misma. Tal vez Juan había sabido por los hermanos, o se había enterado, que Gayo había estado con mala salud y que había sufrido otras clases de pruebas a lo cual se refiere el deseo del versículo 2. Que seas prosperado en general, que tengas salud, en particular. Los hermanos dieron testimonio de tu verdad, tu porción de aquella verdad en que caminas.
MIS HIJOS, un acto propio de un hombre fiel. TODO LO QUE HACES, todo lo que obras, la labor de amor que llevas a cabo; así dice San Mateo 26.10: “ella ha hecho conmigo buena obra”. HAN DADO TESTIMONIO DE TU AMOR EN PRESENCIA DE LA IGLESIA, para estimular a otros con el buen ejemplo. Los hermanos así hospedados por Gayo eran evangelistas misioneros y probablemente en la narración de sus labores misionales para la edificación de la Iglesia donde Juan se hallaba, incidentalmente mencionaron la amorosa hospitalidad que les prodigó Gayo.
Que el ejemplo de este gran varón de la Iglesia de Cristo sea imitado por los cristianos de hoy, en el deseo anheloso de fortalecer aquella fe que salva y a la próspera y buena marcha de la Iglesia cristiana.