La belleza lingüística y literaria de la Biblia Reina Valera Revisión 1909

Hace algunos años, tuve la oportunidad de leer la Palabra de Dios ante una congregación donde asistieron hermanos en Cristo de diferentes estados de la República Mexicana y un pastor europeo. Después de la lectura, el Pastor, se acercó para hacer algunos comentarios respecto a la redacción de la lectura que escuchó de la Biblia Reina Valera Revisión 1909, señalando la belleza lingüística de esta. Más tarde el pastor me pidió de favor que le facilitara mi Biblia, para realizar su participación. Personalmente, considero que “La Biblia Reina Valera Revisión 1909”, como un tesoro lingüístico y literario, cuya belleza al expresar la Palabra de Dios es inigualable, única y que como Presbiterianos Conservadores debemos valorar. Así también, deseo compartir el pensamiento y criterio que algunos escritores o estudioso destacados (Antonio Alatorre, José Emilio Pacheco, Sergio Pitol, Félix de Azúa, J.A. González Iglesias, o Antonio Muñoz Molina, por sólo mencionar algunos dentro de la literatura española”), hacen al referirse a la revisión 1909.

Félix de Azua, califica a la Biblia Reina-Valera Revisión 1909 como “La Madre de la Literatura”.

Antonio Muñoz Molina se refiere a la traducción explicando: “Casiodoro de Reina escribe en un castellano prodigioso que está en el punto intermedio entre Fernando de Rojas y Cervantes, con una efervescencia expresiva que sólo tiene comparación con santa Teresa, san Juan de la Cruz y fray Luis de León” (El País, 26 de julio de 2014).

Antonio Alatorre indica: “La lectura de la Biblia quedó prohibida en el Imperio español desde el siglo XVI. Si hubiera sido “autorizada” la hermosa traducción de Casiodoro de Reina y Cipriano de Valera, la historia de nuestra lengua sería sin duda distinta de lo que es” (Antonio Alatorre, Los 1001 años de la lengua española. México, Fondo de Cultura Económica, 1979).

“Su solemnidad de la lengua allí contenida es contagiosa”, “Es una lengua investida por la misma capacidad de crudeza terrenal y altos vuelos literarios de La Celestina; un castellano mudéjar, empapado todavía de árabe y de hebreo, forzado en sus límites sintácticos para adaptarse a las cadencias y las repeticiones y las exageraciones de la lengua bíblica. […] Es una lengua para ser recitada, entonada, cantada en voz alta; para expresar la furia tan desatadamente como el deseo erótico; y también las negruras de la pesadumbre y los extremos del dolor”. “El libro de Job o el Eclesiastés son, sin la menor duda, dos de las obras máximas de la poesía y de la sabiduría en español”.

Octavio Paz en su “Discurso de Jerusalén” (1977), al respecto dice: “Sus giros retóricos y lingüísticos son, literalmente, insustituibles”.

El escritor mexicano Carlos Monsiváis fue un defensor apasionado de la revisión 1909, luego de la llevada a cabo en 1862, dice: “Me parece que para mí fue un aprendizaje de la lengua excepcional porque me tocó leer la Biblia en la versión de Casiodoro de Reina y Cipriano de Valera que considero inmejorable y cuyo uso me parecería todavía necesario. No me gusta la actualización de la Biblia, la versión actual de 1960, no porque discrepe de las correcciones, las anotaciones, las puestas al día de vocabulario, sino porque lo otro era el caudal de la lengua y la manera inmejorable de decir:

Los cielos cuentan la gloria de Dios, y la expansión denuncia la obra de sus manos. El un día emite palabra al otro día, y la una noche a la otra noche declara sabiduría.

Me parece que allí se ha llegado a una perfección del idioma tan declarada que buscar equivalentes que sean más comprensibles es simplemente relegar lo que da de profundidad una versión hecha de una manera soberbia por Reina y Valera.

Y usted ¿Qué opina de La Biblia Reina Valera Revisión 1909?. Le hago una cordial invitación para leerla y escudriñarla. Recuerde que además de su belleza Lingüística y Literaria, en ella encontrará “La Palabra de Dios”.

Escudriñad las Escrituras, porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí. San Juan 5.39

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