Entonces fue hecho de repente un gran terremoto

Esta manifestación divina fue hecha en contestación sin duda, a las oraciones y esperanzas de aquellas víctimas (Pablo y Silas) de que en defensa de la verdad y para gloria de nuestro Señor, hubiese alguna intervención. Sí, es posible hermanos, buscar el control en el momento en que la crisis nerviosa asalta a las personas debido al estremecimiento de la tierra por las ondas telúricas que ocurren en momentos que uno no puede prever con anticipación. Todas las personas inconversas quienes no pueden contemplar el rostro del Señor, levantando sus cabezas hacia el cielo para considerar su presencia divina, porque Dios está en todo, no lo hacen, ni pueden hacerlo porque no lo conocen ni le han visto.

¡Dios es nuestro amparo y fortaleza! Puede exclamar el creyente aún en medio de la agonía que pudiera ocasionar el pánico ante situaciones muy difíciles. Este ppdo. Martes 19 de septiembre, la Ciudad de México volvió a ser sacudida por otro sismo al cumplirse 32 años de aquella tragedia que cobró muchas vidas alrededor de esta gran ciudad. Sin embargo, se dice que la Ciudad de México “sigue en pie”, y es que Dios nunca falla, ni duerme, ni mucho menos muere, para ver lo que está sucediendo en una porción de tierra que sus manos formaron vigilando a los que invocan su Santo Nombre. El salmista dice: “Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mí Dios: tu buen Espíritu me guíe a tierra de rectitud” (Salmo 143.10) Ese buen Espíritu que habita en lo más profundo del alma, no permitirá que estemos abandonados ni nos veamos asaltados por la agonía de pérdida de control y de confianza al ver los edificios desplomarse y los caminos agrietarse, porque Él mismo nos dice: “no temas que yo soy contigo; no desmayes que yo soy tu Dios que te esfuerzo. Siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia” (Isaías 41.10). Hermanos: este sismo sólo fue para probar nuestra fe, pero todavía habrá aún más; cosas mucho más peores que sucederán cuando ya estemos con Cristo en las nubes, muy seguros en su seno bendito. NO DESMAYEMOS, ni temamos aunque la tierra sea removida.

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