Palabra fiel y digna de ser recibida de todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero. 1ª Timoteo 1.15
El Señor Jesús vino a este mundo el cual se encontraba lleno de pecado y de maldad y vino precisamente en el tiempo señalado. Qué interés tenía Jesús en venir a este mundo frustrado y mísero; precisamente por encontrarse perdido. Juan ve a Jesús y dice de Él: he aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.
La verdadera luz ha venido al mundo y vino para alumbrar a todo hombre que a Él viene; vino para salvar a los pecadores, aún a pecadores notables como Saulo de Tarso. El caso de él fue sin rival en cuanto a la enormidad del pecado y la grandeza de la misericordia; que quien consentía en la muerte del protomártir Esteban, fuese el sucesor de él mismo.
A cada creyente sus propios pecados siempre le tienen que parecer lamentables mientras viva, más grandes que los de otros, los cuales él nunca puede conocer tan bien como conoce los suyos propios. El Apóstol Pablo al decir yo soy el primero, bien podría él inferir que donde hubo misericordia para él, también la habrá para todos los que se allegan al único Salvador del mundo (Sn. Mateo 18.11; Lucas 19.10).
Amado en Cristo: Jesús vino al mundo y eso es lo que entre muchas otras cosas significa NAVIDAD; celebrémosla tu y yo con profundo amor hacia los demás como él lo tuvo por los perdidos, amor que debe manifestarse no solo en estos días de paz y de amor, sino en tiempo sin fin como eterno es el amor de Dios.