La Iglesia Primitiva de la cual se narra en el libro de los Hechos de los Apóstoles, dio comienzo con un pequeño grupo de discípulos de Jesucristo, cuya misión fue: “Dar testimonio de Cristo; su vida pura y santa, de su obra, de su muerte expiatoria, de su gloriosa Resurrección y de su Ascensión al Cielo”.
Los Discípulos, después de presenciar la ascensión de Jesús al cielo, en el monte de los Olivos en Betania, se dirigieron a Jerusalem, para esperar la promesa del Padre, la venida del Espíritu Santo, en una casa donde se congregaban hombres y mujeres, que velando y orando unánimes, esperaron con paciencia la poderosa manifestación. Fueron los días del Pentecostés o Fiesta de las Semanas en Jerusalem, donde reunidos los judíos de todos los países escucharon perplejos en su idioma a Pedro y a los demás Apóstoles, llenos de poder del Espíritu Santo explicando lo que este hecho significaba y lo sucedido con Cristo, al cual los judíos habían entregado y crucificado, y que de acuerdo a la profecía se levantaría de entre los muertos al tercer día en Poder y Gloria, y su ascensión al cielo. Muchos respondieron al llamado del Apóstol Pedro que expresara:” Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo”. El resultado, tres mil almas arrepentidas que fueron bautizadas y añadidas a la Iglesia.
Las características que hicieron única a la Iglesia Primitiva de Cristo, de acuerdo al testimonio de Lucas, son:
- Una Iglesia que aprendía la doctrina de los apóstoles y perseveraba en ella (Hechos 2:42).
- Una Iglesia llena de fe y del Espíritu Santo. (Hechos 2:4, 4:31,4:8, 6:5)
- Una Iglesia valiente (Hechos 4,6-7), pero temerosa de su Dios (Hechos 5:11, 2:43).
- Una Iglesia en la que permanecía la unidad (Hechos 1:14, 2:1, 2:42, 2:46, 4:24, 5:12) y la compartición de sus bienes a favor de ésta (Hechos 2:45-47).
- Una Iglesia donde la adoración a Dios fue en espíritu y en verdad (Hch.1:14; 2:47; 6:4), siendo constante en la oración y ruegos (Hechos 1:14, 12:5).
- Una Iglesia con espíritu incansable en la predicación de las Buenas Nuevas de Salvación (Hechos. 1:12-13, 4:20; 5:42) y en la enseñanza y discipulado de los nuevos hermanos (Hch.2:42,6:4).
La dirección del Espíritu Santo y el amor de aquellos cristianos por la Obra Redentora de su Maestro, dieron como resultado el crecimiento y fortalecimiento espiritual de la Iglesia Primitiva en Jerusalem.
“Bethel” en sus orígenes, una pequeña Iglesia integrada por humildes campesinos, llenos de fe, de entrega, de amor y compromiso, que en muchos de los casos pareciera a la Iglesia Primitiva de Jerusalem. La evidencia y bendición…todos la vivimos el día de hoy, a 145 años de la llegada del evangelio a nuestra población.