Conviene que al proponernos metas, lo hagamos pensando que, como suele suceder, será difícil perseverar: habrá obstáculos y distracciones. Preparémonos para estas distracciones y dificultades. Jesús hace ciertas advertencias en Mateo 6. 5-8. Le invito a subrayar las instrucciones de Jesús para orar. Por otro lado, continuemos con algunas reflexiones sobre las siguientes peticiones en la oración del Señor.
Venga tu reino. Sea hecha tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.
¿Qué quiere decir venga tu reino? En el reino de Dios, sus enemigos son derrotados y sometidos ya sea por adopción o por juicio (Marcos 4. 26). Al ser adoptados por Él, formamos parte de su Reino y por ello pedimos a Dios que destruya el reino de Satanás y del pecado en nuestra vida, en nuestra familia, en nuestra Iglesia. Cuando oremos de esta manera pidamos a Dios que nos muestre lo maravilloso que es formar parte de su Reino y que valoremos pertenecer a sus huestes; que temamos deshonrar a Cristo y a la familia (la Iglesia) que por su gracia hemos sido recibidos.
Sea hecha tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.
En el cielo, nadie se opone a la voluntad de Dios, tanto los santos en el cielo (los hijos de Dios que ya están con Él) como los ángeles se complacen en hacer la voluntad de Dios. Pero nosotros, demostramos continuamente que somos incapaces de acatar sus designios. Además de desobedecer, nos quejamos y murmuramos contra Él. Es muy necesario que pidamos a Dios que transforme nuestra mente y corazón para ser obedientes, no mecánicamente, sino como buenos hijos, como Cristo fue obediente a su Padre. También pidamos que a través de un examen consciente y continuo de nuestro estilo de vida actual, por su Palabra aplicada a nuestra existencia seamos limpios de toda ceguera, debilidad, indisposición y nos permita fortalecer nuestro ánimo con la seguridad de Su obra en nosotros (Fil. 1.6).
Orar no es complicado. Tenemos las instrucciones, tenemos los motivos, sabemos que Dios nos escucha. Pero orar puede ser muy difícil. Difícil al reconocer que en nuestra vida hay pecado, negligencia, falta de temor de Dios, y en nuestra flaqueza pensamos en abandonar la oración o bien en acomodarla a nuestra tradición y gusto. Por eso Dios le ayuda a orar (Romanos 8.26). Pídale su ayuda para orar más. ´Pídale su ayuda para orar mejor.