Hay quienes piensan que orar por nuestras necesidades es secundario, pero si Jesús lo incluye en su oración entonces es importante. Nuestros cuerpos, nuestra realidad física es tan importante para Dios, como nuestra realidad espiritual.
El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy
Hermanos, al orar y pedir a Dios por el alimento diario, reflexionemos en primer lugar que reconocer a Dios como nuestro Sustentador nos debe librar de la presión de agobiarnos por lo que hemos de comer, la abundancia de comida de la que regularmente disfrutamos es un favor de Dios hacia nosotros que no merecemos. Le invito para que la próxima vez que agradezca a Dios por los alimentos, además de hacerlo previo a tomarlos, los disfrute agradeciendo a Dios por la satisfacción de saborearlos. ¿Acaso no es un motivo de gratitud el sabor del platillo que tiene frente a usted? La infinita gama de sabores, poder percibir la temperatura de los alimentos, su textura, la variedad de alimentos, etc., todo ello nos habla del poder de Dios. ¿Se da cuenta que a cada bocado podemos apreciar y agradecer a Dios?
Y perdónanos nuestros pecados porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben.
¿Cada cuánto necesitamos el perdón de Dios? Todos los días. Así como el pan es una necesidad diaria, el perdón de Dios es una necesidad constante que disfrutamos. Al ser perdonados por Dios a través de Jesucristo, tenemos la seguridad que podemos seguir disfrutando de nuestra relación con Él. Eso es lo realmente valioso. la relación que tenemos con él. Perdonar a los que nos ofenden es necesario para poder continuar con nuestras relaciones familiares, amistosas, laborales. No se trata de un formalismo en el que prácticamente a fuerza concedemos el perdón, sino de un esfuerzo sincero por tener una buena relación con nuestro prójimo aun si éste nos ha ofendido. Después de todo cuando Él nos rescató y nos permitió conocerle, nosotros éramos los ofensores. Él es nuestro ejemplo a seguir.