La maternidad es un privilegio doloroso. La joven María tuvo el privilegio de ser madre de la segunda persona de la Trinidad para nacer como hombre. María fue el único ser humano que estuvo presente en el nacimiento de Jesús y que también fue testigo de su muerte.
Y he aquí, concebirás en tu seno, y parirás un hijo, y llamarás su nombre JESÚS. Lucas 1.31
Lo vio llegar como su bebé y lo vio morir como su Salvador. Pocas semanas después del nacimiento, llevaron a Jesús al templo para dedicarlo a Dios. Allí José y María se encontraron con dos profetas, Simeón y Ana. Simeón mencionó a María algunas palabras que quizá recordó muchas veces en los siguientes años: “Y una espada traspasará tu alma de ti misma…” Lucas 2.35. , pero María también se sabía privilegiada, ya que desde el principio declaró: “…Porque he aquí, desde ahora ME DIRÁN BIENAVENTURADA todas las generaciones”. Lucas 1.48.
Cuando Jesús terminó su ministerio, los tormentos de Jesús herían el corazón de la madre, viendo que su hijo moría como un criminal, pero no se nos dice que ella estuviese gritando ni retorciéndose las manos presa de angustia y desesperación, sino en silencio y sin duda derramando lágrimas: “Y estaban junto a la cruz de Jesús su madre, y la hermana de su madre …” Juan 19.25
De repente se escucha la tercera palabra de la cruz “…Mujer he ahí tu hijo … He ahí tu madre…” Juan 19. 26,27. Mientras agonizaba Jesús se ocupó de su madre, pidió a Juan que se hiciera cargo de María. Si comparamos Mateo 27.56, Marcos 15.40 y Juan 19.25 vemos que la hermana de su madre era Salomé, su tía, la cual era madre de Juan y Jacobo, los hijos del trueno (boanerges), es decir, sus primos, por si fuera poco, Juan era el discípulo amado, téngase presente que es muy probable que José hubiese muerto, hacía ya varios años y que Jesús, aún cuando tenía otros hermanos, cuidaría de ella, al tener en cuenta que sus hermanos hasta ese momento no eran creyentes (Juan 7.5) y es casi seguro que estarían casados e interesados en sus respectivas familias.
La familia es un regalo precioso de Dios y debiéramos valorarla y cuidarla bajo todo tipo de circunstancias. Mamás, ¡muchas felicidades! Amén.