Hoy en día muchos protestantes ya no le hacen honor a su nombre y es que los protestantes contemporáneos, en lugar de vivir de manera cristiana, se ajustan a la superficialidad y los errores de la época. La adoración bíblica es deformada por la autocomplacencia del entretenimiento religioso y los protestantes lo toleran. La pureza de la doctrina bíblica es mancillada por la desviación secular y los protestantes no reaccionan. Los mandamientos de Dios son sustituidos por ideologías populares, leyes de inclusión y tolerancia, realización personal, etc., y los protestantes ni se percatan.
Los protestantes originales no fueron así. Ellos no eran guiados por la cultura de la época. Se pusieron bajo la autoridad de las Escrituras y se ajustaron a sus mandamientos. Se apoyaron en las promesas de Dios y se dedicaron a conocer, obedecer y predicar la verdad. Así lograron que la Iglesia influyese sobre la sociedad en lugar de que la sociedad influyera sobre la Iglesia.
Hoy en día la protesta no es contra los poderes estatales como los que quería detener la Reforma del siglo XVI. La protesta hoy debe ser contra la degradación del cristianismo bíblico, donde se tuerce el significado Escritural o se acomodan interpretaciones para justificar ante los hombres (porque a Dios no lo engañan) su proceder tibio y carnal, pero el Señor dice:
Y no os conforméis a este siglo; MAS REFORMAOS por la renovación de vuestro entendimiento, para que experimentéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. Romanos 12.2
Para conmemorar la Reforma Protestante, no sólo es cuestión de recordar las biografías de los reformadores o cantar loas a sus personas u obras, tampoco se trata sólo de recomendar el Protestantismo por sus excelencias. Conmemorar la Reforma debe incluir la proclamación del mismo evangelio que despertó a Lutero y su conciencia, reconociendo la soberanía del mismo Dios, dando a conocer a la gente por la predicación y la práctica personal de las mismas verdades y mandamientos que el Creador mostró a Lutero y a nosotros en su Palabra. Amén.