El Obispo Hugh Latimer es uno de los tres hombres cuya vida se conmemora en el Monumento a los mártires de Oxford. Mientras él y su colega Nicholas Ridey se encontraban atados en la hoguera a punto de ser quemados por su fe, Latimer exclamó por encima del murmullo de la multitud:
Tenga usted, buen carácter, Maestro Ridley, y sea hombre, que este día seremos encendidos como velas en Inglaterra por la Gracia de Dios, que confío nunca sea apagada.
Latimer nació cerca de 1480 y era hijo de una familia de granjeros ricos. Llegó a estudiar a Cambridge en 1500 donde avanzó hasta obtener el grado equivalente a Maestro en Teología.
Cerca del año 1524, escribió una tesis en la que criticaba las enseñanzas de Martín Lutero, cuando le tocó defender su tesis, en la audiencia se encontraba otro Teólogo llamado Thomas Bilney que defendió a Lutero. Después del debate, ambos teólogos continuaron su conversación en un tono más amistoso y llegaron a ser amigos. Bilney fue el medio que Dios usó para enseñar a Latimer que los Reformadores no estaban equivocados y que lo que enseñaban estaba basado en la Escritura.
Bilney, Latimer y algunos otros comenzaron a reunirse en un hostal llamado “El Caballo Blanco”, unidos por un interés en traer la Reforma a Inglaterra, así que planearon una estrategia para que las enseñanzas de la Reforma comenzaran a ser difundidas. Además, Latimer llegó a a ser Obispo en la Iglesia de Inglaterra y además comenzó a ganar el favor del Rey Enrique VIII, quien fue famoso por ser el rey que rompería las relaciones de Inglaterra con Roma.
Cuando Enrique VIII murió, llegó al trono Eduardo VI con quien la reforma fue muy favorecida, y también Latimer que llegó a ser el capellán de la familia Real por lo que tuvo que mudarse a Londres y además llegó a ser uno de los consejeros de Eduardo VI.
Desafortunadamente, Eduardo siempre había sido muy enfermizo y murió muy joven. Tras él, llegó al trono María La sangrienta, la media hermana de Eduardo, de convicción católica que comenzó a perseguir a los protestantes. En 1554, Latimer fue arrestado y en 1555 quemado en la hoguera.
Justo después de que en su juicio se pronunciaran las faltas por las que sería quemado, Latimer dijo:
Agradezco a Dios de corazón que Él haya prolongado mi vida hasta este fin y que con ello pueda glorificar a Dios por este tipo de muerte.