El Concilio de Trento fue la respuesta Católico Romana a la Reforma. Se reunió en tres periodos de trabajo a lo largo de 8 años (1545 – 1563) con una pausa de 10 años entre ellos. Las leyes que el Concilio de Trento produjo son cruciales no sólo para entender a la Iglesia Católico romana hoy en día sino porque también contrastan con la doctrina Reformada, nuestra doctrina.
Primero, un poco de contexto. Antes del Concilio de Trento, se llevó a cabo la Dieta de Regensburgo en 1541, que fue un esfuerzo por traer unidad entre los luteranos y los católicos en el llamado Sacro Imperio Romano, fue convocado por Carlos V, el mismo emperador que presidió la dieta de Worms.
En Regensburgo, tanto los luteranos como los católicos hicieron concesiones a sus posturas para tratar de evitar la división en la Iglesia, pero cuando llevaron estas concesiones con Lutero él no estuvo de acuerdo y el Papa también las rechazó, con lo que fue imposible no solo la unidad teológica sino también la unidad política. Y es que hay ocasiones en las que no es posible hacer concesiones, sino que debe prevalecer la Verdad aun por encima de la Unidad.
Así que la Iglesia Católico Romana tomó una decisión terrible: decidió rechazar a la Biblia como su base y distanciarse de la Reforma y eso es lo que refleja el Concilio de Trento. Consideremos tres aspectos en particular:
El primer aspecto tiene que ver con la Biblia, en tres puntos:
• El Concilio de Trento fue el primer momento en la historia en el que la Iglesia Romana declaró que los libros apócrifos (libros judíos, escritos en griego principalmente del periodo intertestamentario) eran parte del canon sagrado (los libros aceptados como divinamente inspirados).
• Trento también afirma que la autoridad de la Iglesia no está solamente en la Biblia, como los Reformados proclamamos, sino que se encuentra en la Tradición y en la Biblia de acuerdo con las enseñanzas de los obispos y de los papas.
• También, en el Concilio de Trento se prohibió la impresión o posesión de versiones de la Biblias no autorizadas y en este punto de la historia la única versión de la Biblia autorizada era la Vulgata Latina. Es decir, en el Concilio de Trento se prohibió la posibilidad de tener la Biblia en el idioma del pueblo.
La segunda declaración del Concilio de Trento que consideraremos tiene que ver con la doctrina de justificación. Así como la Iglesia de Roma rechazó tener la Biblia como única regla de fe, también se apartaron de la doctrina Bíblica de que somos justificados sólo por la fe, no por obras. En Trento, Roma afirmó, en clara oposición a la doctrina Bíblica, que la justificación procede de la fe y de las obras y además afirmó que la justificación es un proceso, en cambio nuestra Confesión de Fe afirma que la justificación es un acto.
¿Cuál es la diferencia? Bueno, pareciera a simple vista que no es algo demasiado importante, pero en realidad es una diferencia crucial. Si como afirma Roma la Justificación es un proceso, realmente nadie es salvo sino hasta completar ese proceso y si además en ese proceso están incluidas nuestras buenas obras, ¿Cuántas buenas obras se necesitan para completar el proceso? Y ¿si cometo obras malas? En cambio, la enseñanza bíblica es clara acerca de que en Cristo nuestra salvación no es un proceso sino un acto, cuando creemos somos salvos (Juan 3.16) y que justificados pues por la Fe, tenemos paz para con Dios. No dice que empezamos el proceso para ser salvos.
En tercer lugar, Roma, en este concilio, rechazó la doctrina de la Imputación. La Biblia enseña que Cristo cumplió perfectamente la ley durante su vida en este mundo, es el único que ha cumplido toda la ley, es el único Justo. Y esa justicia de Cristo es aplicada a los creyentes en Cristo, de manera que cuando Dios ve a un creyente en Cristo, no lo ve en su estado pecaminoso sino ve a Cristo y la justicia de este. Esto quiere decir que la justicia de Cristo se nos asigna a nosotros, es imputada a nosotros. Roma rechaza esto.
Roma lo pone de manera distinta. Roma dice que la justicia de Cristo es transmitida a nosotros y que por esa justicia ahora estamos en capacidad de hacer buenas obras y así construir nuestra propia justicia delante de Dios, pero la Biblia afirma claramente que la salvación sólo es de Dios y no que nosotros podamos colaborar con nuestras buenas obras.
Los Reformadores enseñaron “Sola Scriptura” y “Sola Fide”, Roma enseña “Escritura y Tradición” y “Fe más obras” Esa es la diferencia.