Recientemente tuve la oportunidad de supervisar a los Departamentos de Cuna, Infantil e Intermedio y pude darme cuenta cuán bueno es y provechoso para la formación de los niños en su educación cristiana. Doy gracias a Dios por los maestros, el ver cuánto se esmeran para que nuestros niños y adolescentes aprendan desde temprana edad la Palabra de Dios, pero toca no sólo a los maestros la instrucción, es labor de los padres educar a sus hijos desde casa, se debe trabajar en conjunto y lo primero es llevarlos al templo, a sus respectivos departamentos. Aún cuando se tengan problemas en la Iglesia o en el hogar no debe ser impedimento o pretexto para alejarnos y sobre todo privar a nuestros hijos de esa instrucción.
En muchas ocasiones nuestras actitudes impiden al expresar “yo no voy a ir al templo, pero no hay problema, yo creo en Dios”, sería difícil mantener la salud espiritual con este pensamiento y seguramente no estaríamos educando bien a nuestros hijos y luego lamentarlo más adelante. Dice Proverbios 22.6:
“Instruye al niño en su carrera: aún cuando fuere viejo no se apartará de ella”.
Es una promesa, pero una obligación que como padres tenemos de instruir a nuestros hijos en el camino de Dios, porque heredad de Jehová son los hijos y una heredad se cuida, se procura. ¿Cómo estamos preparando a nuestros hijos para los difíciles tiempos que han de vivir? Un niño fácilmente acepta la instrucción, ¿pero el adolescente o el joven?, cuán difícil se volverá entonces el camino. Jesús dijo:
“Dejad los niños venir a mi, y no los impidáis, porque de los tales es el reino de Dios”. Lucas 18.16.